Quien pensó que los seres humanos somos iguales estaba equivocado, basta con estar un día viendo la gente pasar en la calle, en un parque, en la estación del metro o dónde sea para darse cuenta de una simple realidad: no somos iguales.
Quien pensó que los seres humanos somos iguales estaba equivocado, basta con estar un día viendo la gente pasar en la calle, en un parque, en la estación del metro o dónde sea para darse cuenta de una simple realidad: no somos iguales.